La primera calada me dejó la cabeza en las nubes.
Yo no sabía que una dosis tan pequeña me pudiera hacer sentir así.
Tampoco pensaba que se pudiera acabar tan rápido.
De pronto me vi envuelta en algo que no comprendía.
Tragedias, dolor.
Mi árbol de la noche triste, la acera, tus pies, mis rodillas.
El agua cayendo poco a poco, las luces, ¿qué es esto?
El taxi, la música, el trayecto.
¿Cómo me levanté al día siguiente?
¿Cómo pude verte?
Un día después de que muriera, fui a verte.
A suplicarte, a decirte "no me dejes".
En estos momentos quisiera correr y detenerme.
Pudimos haber hecho bastantes cosas ese día.
Pudimos haber huido.
Pudimos haber sanado un poco.
Pero seguimos el camino equivocado.
martes, 16 de diciembre de 2014
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