martes, 25 de noviembre de 2014

El punto.

Estoy escribiendo porque tuve un mal día.
Tengo muchas cosas en la cabeza y de por sí te la pasas dando vueltas ahí, pero ahorita estás como si te hubieras chingado unos diez mil expressos y catorce Red Bulls.
Y no paras, ¿no te cansas? Chingado, yo me cansaría. A estas alturas, ya me dolería bien culero la espalda y las rodillas y los pies y todo el cuerpo. 

De tanto andar dando vueltas.
Pero en fin, comenzaré con el meollo del asunto. Que realmente no sé cuál es, solo sé que te tengo dando vueltas en mi cabeza y me estás molestando porque...
Me molestas.

¿Sabes qué? Me gustaría que fuera de lo más normal poder hablarte para contarte que tuve un día de la chingada. Porque estúpidamente hablé con una persona acerca de eso y solo logró molestarme más.
Y, ¿sabes qué? Me molesta porque seguramente si hubiera hablado contigo, en estos momentos estaría más calmada.
Aunque probablemente después estaría hecha mierda por lo mismo.
Porque contigo, el caldo casi siempre sale más caro que los frijoles.

Pero otra vez estoy divagando y me quiero concentrar en el punto de todo esto.
El punto, ¿cuál es el punto?
El punto es que en estos momentos -que no son los mismos momentos que los míos y a la vez sí-, estás leyendo esto y te estás preguntando, igual que yo, cuál es el pinche punto.
Porque ya lo he mencionado como cinco veces y el punto nomás no aparece.
.
Punto.

El punto es que te extraño.

Y el punto es que eso está muy feo.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Pinche loca

Pinche loca
me das un chingo de miedo
me sacas papalotes del pecho
qué será
de todos los mensajes de amor
que mandé antes de ver tu rostro enfermo
lleno de ideas
futuros infiernos
¿qué será
de mis siguientes novias
cuando entiendan que nada puede superar
cómo me montas cuando cogemos?
quiero morir escuchando
lo que te cuentan
las voces en tu cabeza
ya no me interesa
el mundo en el que crecí
quiero vivir
en tus ideas pendejas
y escuchar cómo no entiendes
que nos estamos enamorando
mientras cuentas anécdotas que no sucedieron
mientras interrumpes nuestros besos
para reclamarle a gente que no existe
me das un chingo de miedo
me sacas papalotes del pecho
quiero que hoy me enloquezcas
hasta que sólo pueda regresar
a donde estás
para romper la ventana
taparte la boca
llevarte por una nieve
y gritarle al nevero
ella es
la pinche loca de mi vida
y no la entiendo
sólo quiero verla sonriendo
hoy me voy a casar contigo
aunque corra el peligro
de que me asesines con tus besos
que hacen olvidar el tiempo
hoy me voy a casar contigo
aunque la tendencia mundial
sea morir sin acompañante
hoy me voy a casar contigo
aunque tenga que amarrarte
para que no te hagas más daño
aunque me escupas
las pastillas llenas de palabras amorosas
que te doy cuando no te calmas
me cuesta decirlo
pero quiero dejar de entender el universo
contigo
quiero cambiar las reglas de la realidad
contigo
quiero caminar durante el otoño en la ciudad
y gritar
que una pinche loca me persigue
que es lo mejor que me pudo pasar
me das un chingo de miedo
me sacas papalotes del pecho
ya no visitaré a mi familia
ya no le contestaré a mis amigos
me iré contigo a un cuarto
para hablar con las paredes
para pelear por cosas que no pasaron
para ver cómo se funden los focos
para besarnos y entender que los locos
sólo nos podemos amar entre nosotros


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lunes, 17 de noviembre de 2014

Pero sigues aquí.

Me urge que te vayas de nuevo.
Para olvidarte, para ya no sonreír cuando te veo.
Ocupo llenar los espacios que tu ausencia deja en mi alma, con recuerdos que duelen, que queman, que mancillan.
Necesito programarme para odiarte, para dejar de asomarme en las esquinas, para dejar de voltear si alguien articula tu nombre, para dejar de morirme un poco cada vez que percibo el aroma de tu perfume en alguien más que por casualidad me topo en la calle. 
Ocupo sentir la necesidad de preguntar cómo se escribe tu nombre. No quiero ser yo quien siempre corrija a los demás.

¿Por qué no te has ido?

De verdad me urge que te vayas.
Me urge que repentinamente cambies de opinión y me dejes a la deriva una vez más.
Sinceramente, no puedo esperar.
Porque quizá esta sea la última vez.
Es que pasa que siempre que lo haces, detonas la misma conducta en mí.
Me enojo, me aíslo, te aíslo, te odio y decido borrarte de mi vida por un rato.
Un rato que en mi mente debería ser para siempre, sin embargo, nunca me atrevo a decírmelo a mí misma (no vaya a ser que se cumpla).
Y no me malinterpretes, creo que tú más que nadie sabe que lo logro y que cada vez soy mejor en ello, pero siempre hay un momento de debilidad.
La última vez fue más difícil sucumbir, por eso digo que tal vez esta hipotética ocasión sea -hipotéticamente- la última y por fin logre resistir.
Por fin logre echarte, por fin logre alejarte.
Pero quién sabe.
A lo mejor tú lo sabes.
Lo presientes, te quedas.
Ojalá dejaras de quedarte a lo inútil, de estorbarme.
Si te vas a quedar, que sea para siempre, no para lo de siempre.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Honestamente.

A veces me pregunto si piensas en mí. 
Por mi parte, puedo decirte que evito hacerlo, de verdad. Sin embargo, la mayoría del tiempo mis esfuerzos resultan inútiles y termino sucumbiendo a proyectarte en mi mente.
Y si quisiera ser más sincera, debería decir que ni siquiera necesito proyectarte.
Traigo tus ojos pegados en la mirada.
De alguna manera tu mirada me encuentra a pesar de que estás lejos.
A pesar de que no me miras.
Traigo tu sonrisa en la comisura de mis labios.
Tantas veces la besé, que sin darme cuenta, partes de ella se quedaron aquí.
Ya va, si te dijera la verdad, es molesto tener todas estas cosas sin tenerlas en verdad. 
Un poco de mí me envidia y me reprocha a la vez que te veo, pero no te veo en verdad. Que tengo tu sonrisa en los labios, pero no tengo tu sabor en la boca.
Ha pasado tanto tiempo que de nuevo lo olvidé.
Ya para dejar todo claro, la verdad es que siento que traigo tu nombre atado al dedo meñique. Buen plan, porque siempre olvido que estás ahí, pero en algún momento inevitablemente tengo que verlo y reaccionar.
Es como jugar con fuego.

Ella no era la indicada.

Ella no era la indicada porque no le gustaba mi música, claro está.
Y ahora que lo pienso, no era lo único que no le gustaba; no le gustaban las películas que me gustaban, no le gustaba ir al cine, no le gustaba ir a mi lugar favorito a cenar, no le gustaba hablar inglés, no se preocupaba tanto por cómo escribía y se expresaba como yo...
Por supuesto que ella no era la indicada. Lo digo con mucha seguridad porque yo amo los videojuegos y a ella no le gustan. Porque me encanta leer cosas aleatorias que aparentemente no me sirven de nada en la vida y a ella no. Porque no le gusta salir con mis amigos, porque era muy reservada en ocasiones, mientras que yo era muy extrovertida.
Sencillamente ella no era la indicada porque escuchaba música de señoras. Porque le gustaba la música que yo odiaba, porque estaba loca, porque era una persona volátil. Porque hace cosas que yo nunca haría. Porque hago cosas que ella nunca haría.
Ah, y claro que no era la indicada porque nunca quería jugar fútbol conmigo, ni verlo.
Claro que no era la indicada. La indicada, esa que tiene lo que yo tengo, la que me entiende porque se ve en un espejo, esa que en varias ocasiones he nombrado con la esperanza de que aparezca y me ahorre bastantes problemas.
La indicada estaba por ahí, con otra persona que no soy yo. O quizás sola, como yo.
La indicada me está esperando en la banca de alguna plaza, abrazando árboles y dándole de comer a las ardillas.
No, definitivamente ella no era la indicada.
Lo cierto es que no sé si la indicada exista, y si es que no llega...
A lo mejor te done el título.

Human After All.

No quiero sentir el paso del tiempo Me rehuso a aceptar que la tormenta que era mi abuelo, es apenas una llovizna ligera No quiero enfrentar...