martes, 14 de octubre de 2014

Aves.

¿Cómo te explico esto que siento?
Que me basta con captar tu imagen de reojo para saber que ahí estás. O estuviste.
Que después de eso, tengo que fijar bien la mirada para cerciorarme. 
¿De qué? Ya sabes, una excusa más para observarte.
Que siempre tengo que tomar aliento después de hacerlo, porque siempre se me olvida evitarlo.
Que después de hacerlo, inevitablemente te recuerdo y me río.
O quizás sea solo otra excusa más.
Que siempre que te escucho hablar, de alguna manera me siento en un lugar seguro.
Que después de oírte, la experiencia me deja queriendo más.
¿Ya te va quedando claro?
Que le pido al Universo que me salve de besarte. Que no permita que me hunda en tus ojos, que me ayude a sofocar los gritos de "¡bésame, bésame!" que provienen de tus labios. De tus ojos, de tu piel...
¡Que apague el campo magnético de tu piel!
Que me salve de tocarte. O me paralice y no tenga las fuerzas para hacerlo.
Que las puntas de mis dedos no se vayan acercando peligrosamente a tu piel, que dejen de hormiguear.
¡Qué va! Que me salve de siquiera tenerte cerca, las ideas se revuelven en mi cabeza y no sé de qué podría ser capaz.
Por supuesto, de nada de lo que he enumerado allí arriba.
Era solo un intento de ejemplo.
Para explicarte lo que siento.

domingo, 12 de octubre de 2014

Run.

Pasaste corriendo a mi lado y se te hizo buena idea tomarme de la mano y arrastrarme hacia donde tú ibas. 
Esa vez yo no tenía nada que hacer, así que se me hizo buena idea seguirte y tratar de mantener el paso tan apresurado que llevabas.
Después de un momento, dejaste de correr y tuve tiempo de analizar todo lo que pasaba, de beberme tu imagen por los ojos, de llenar mi cabeza con afiches de ti, de aprenderme tus claves. 
Yo sentí que ganábamos la carrera, sin embargo, creo que al final no estábamos corriendo en la misma. 
Creo que yo perdí. No sé si ella ganó. 
Ocasionalmente te encuentro en las carreras que corro, pero nunca sé si estás en la misma, siempre dejas una nube de incertidumbre en esos eventos.
Ya aprendí a correr con los brazos pegados al cuerpo para evitar conmociones. 

sábado, 11 de octubre de 2014

La caja.

¡DIIIIING!
Se abrieron las puertas y entré a la caja.
Mientras avanzaba, hacía unos ruidos perturbadores.
Me estaba preparando para lo que venía. 
Mi tumba, el infierno. Ese lugar extraño, aquel ente dañino y amable al mismo tiempo. 
Carajo, ¿qué estoy haciendo aquí? Ya es muy tarde para ello, pero supongo que mi [intranquila] mente me obliga a pensarlo por default.
Pinche caja. Hace ruidos muy culeros y me espanta. 
Pero probablemente lo que haya detrás de las otras puertas me espante más.
¿Ya casi llegamos? Siento que es una eternidad en este cajón de perdición y sonidos tétricos. 
¡DIIING!
Se abrieron las puertas y la distancia que me separa de mi destino son aproximadamente cinco pasos. 
Cinco pasos que pienso muy bien antes de dar. Cinco pasos cuyas ventajas y desventajas creí haber ponderado antes de entrar a la puta caja. Pero ya no estoy segura de todo.
Coño. No sé si esté bien, no sé si vaya a estar bien, pero ya di tres. Ya no hay vuelta atrás
Las otras puertas; ya siento las flamas. ¿Qué habrá aquí hoy para mí?
¡RIIING!
"Me caga tocar el timbre."
Antes de que terminara la oración en mi mente, las puertas se abrieron. No había nadie, solo entré. Ya conocía el lugar y el lugar me conocía a mí. Fue mío, pero ya no. 
No me abriste las puertas, eso solo significaba otra cosa: más puertas para mí.
Obligada por la necesidad de encontrarte, abrí la siguiente puerta, la del infierno. Y ahí estabas.
Entre llamas, por supuesto. Tu propio fuego te estaba consumiendo.
Sonreí en la penumbra y después de batallar un momento, apagué el fuego.
De mi infierno. Del tuyo. De ambos. 
Por un momento dejó de afectarnos, por un momento fuimos libres. 
Sin embargo, ya conocemos esta vida y el trabajo de extinguirlo se ve rápidamente asesinado por la furia del fuego. Aunque este fuego ya no nos consumía, ni a ti ni a mí, al menos por el momento. 
Nos atacamos, pero después reímos.
Porque nos encanta jugar con fuego. Con ese fuego, el nuestro. 
Después de embelesarnos con historias fantásticas e inciertas, tocó salir por el patio de atrás. 
De nuevo a la pinche caja, la que supuestamente me llevaba al cielo. 
Curiosamente, el infierno estaba ahí arriba.

martes, 7 de octubre de 2014

Sirena.

"Siempre te vas", le dije. Palabras que salieron manchadas con un grave tono de reproche y tristeza. No pude evitar que sonara de esa manera. Lo intenté, créeme.
Una vez más, mis esfuerzos habían perdido contra ella, lo normal.
Me miró con lo que ahora puedo clasificar como una mueca de intriga.
(Qué te intrigaba, por otra parte, es algo que no logro comprender aún.)
Poco a poco se acercó a mí, con ese andar reptiliano que tenía (y que le iba muy bien).
Di un paso hacia atrás y sonrió. Quizás eso fue lo que estaba intentando provocar desde un principio. Y si era así, tendría que haberla felicitado por tan acertadas decisiones. Pero me doy cuenta de eso hasta ahora. La oportunidad se fue.
Cuando por fin estuvo tan cerca que podía escuchar su respiración sin prestarle tanta atención, me rozó la mejilla derecha y con el dedo índice dibujó el contorno de mis labios mientras me decía al oído "si no me voy, no sabrías que me necesitas".
Y después se fue, llevándose consigo lo que buscaba de ese evento.
Mi confusión, mi sumisión y el extra de esa tarde: el sonido que hice al aguantar la respiración cuando la tuve cerca.

domingo, 5 de octubre de 2014

Como ahora.

La última vez que la vi, tenía el cabello corto. O eso creo. 
Honestamente pudo haberlo traído hasta los pies y yo no me habría dado cuenta por estar perdida en su mirada y su presencia. Soy un ser tan simple cuando se trata de esas experiencias. Tan unilateral, tan centrado.
Y es que ese tipo de oportunidades son de aprovecharse al máximo, puesto que de repente desaparecen y no regresan hasta mucho después.
Como ahora.
Y como siempre.

Human After All.

No quiero sentir el paso del tiempo Me rehuso a aceptar que la tormenta que era mi abuelo, es apenas una llovizna ligera No quiero enfrentar...