lunes, 21 de diciembre de 2015

Shh.
No me mires, no me mires, no me mires.
No respires, no alces la vista, no me hables.
Cierra los ojos, agacha la cabeza, solo escucha.
No te atrevas a mirarme, a analizar mi cuerpo desnudo cubierto de sangre.
Ni siquiera se te ocurra sonreír.
No me busques, no me sigas.
Silencia tu mente por un momento, sumérgete conmigo.
Escúchame.
Me lo pusiste muy difícil.
Llegaste e hiciste un alboroto desde el primer momento, desde la primera mirada.
No me mires, que me hundo.
No me cansé nunca de mirarte. No me canso.
No me cansé de escucharte.
No me cansé de descubrirte todos los días.
Nuestro viaje se acabó antes de que me diera cuenta.
La burbuja se reventó, o la reventaste, y la explosión resonó en mi cabeza.
El estallido casi detona, de paso, a mi corazón.
El pitido en mis oídos recreaba escenas de otras vidas en la mía.
En la tuya. En la nuestra. Imposible.
Te vi huir y sin pensarlo te quise seguir...
Debí dejarte ir. Debo dejarte ir.
Me equivoqué, lo siento.
No era mi intención hacer que te detuvieras, no quería huir de ti.
Quería huir contigo.
Hoy no me enseñes los esqueletos de los sueños que naufragaron en tus orillas.
Ciérrame los ojos con un beso y déjame imaginar que no existe nada de eso.
Oblígame a no regresar al dolor.
Arrúllame con mentiras, si así lo deseas, pero no me dejes despertar.
Hoy me urge mucho que me regales las sonrisas de antes, que tus ojos se escapen,
que tus manos todavía me den miedo.
Convénceme de que todo va a salir bien.
Cuéntame una historia donde soy el héroe y no fracasé.
Pon las cartas sobre la mesa y no importa si por el momento no te entiendo,
no dejes de explicarme. No me dejes volver al mundo real todavía.
Todavía no quiero admitir que me lastima mi cama vacía.
Todavía no quiero dejar de verte.
Todavía no quiero aceptar que te fuiste.
Todavía no quiero afrontar que debes irte.

Ninguna eres tú.

Debo dejar de verte tanto.
Creo que tengo que parar de querer
encontrarte en cualquier lugar.
Dejar de buscar tu mirada que ya no está
y olvidarme de tu risa.
También debo dejar de sonreír
cuando me torturo y busco
mis fotos favoritas de ti,
y de tener mi colección tan a la vista.
Tengo que dejar de caminar
sobre los pasos que ayer
me llevaron a tu casa.
Y dejar de contarte que todo
está bien aunque no estés;
qué tal si algún día te lo crees.
Quería conocer gente nueva,
pero luego fue imposible parar.
Parar de decirle a todas que no,
porque nacieron con un defecto,
porque ninguna eres tú.

martes, 1 de diciembre de 2015

Qué desesperante es quererte.
Qué difícil verte sin poder tenerte. Desearte sin poder decirlo.
Hace ya unos cuantos meses que estoy en el filo de la puerta.
A estas alturas quién sabe ya si soy yo la que no quiere entrar o tú quien me lo impide.
No tienes vergüenza, mirándome así cuando me tienes esperando. Las suelas de mis zapatos ya tienen huecos de todas las vueltas que le he dado al asunto.
Miles de besos y te quieros hierven en mi mente pero nunca escapan.
Los tengo prisioneros junto con todos mis impulsos por ir a buscarte.
Saboreo tu nombre antes de soltarlo. Está amargo ya, casi como todos tus recuerdos.
A veces te observo y me dan ganas de gritarte que despiertes.
En las noches te veo caminar dormida y en el día también.
No siempre estás despierta. De hecho, hace mucho que no despiertas.
El patio está lleno de cosas que nos habíamos regalado.
Debo admitir que hay cosas ahí que ya no recordaba, pero sigue doliendo verlas.
Las flores están muertas desde hace meses. No todas, pero ya nadie las riega.
Quiero salvarlas, quiero salvar todo.
Veo todos los días pasar desde el filo de la puerta.
No me muevo porque si se cierra, me voy a quedar afuera.
Aunque me niego a aceptar que ya llevo mucho tiempo ahí.
Quiero que vengas a detener la puerta...
Voy por las cosas y regreso.
No te vayas.
No me dejes.
No me destierres.

Human After All.

No quiero sentir el paso del tiempo Me rehuso a aceptar que la tormenta que era mi abuelo, es apenas una llovizna ligera No quiero enfrentar...