Te encontré, nos encontramos; quizá por destino o casualidad, no estoy segura de creer en alguna de las dos.
Te conocí, nos conocimos; me sorprendiste, me enganchaste. Me embriagaste con tu mirada, tu voz, tus sonrisas espontáneas, tu manera de vivir, tu manera de sentir. Quise evitar caer, pero al final me rendí; no pude resistir a tal tentación, era una prueba demasiado grande para mí.
Te tracé, nos trazamos, te miré y nos miramos; respiramos el mismo aire y unimos nuestros caminos al fin.
Te quiero. No sé si por hoy, no sé si dure mañana. Te quiero por lo que eres y lo que soy (y estoy dispuesta a ser) por ti. Te quiero y no sé si solo esta noche; te quiero sin tapujos, sin borrones ni tachones, te quiero así, de fábrica, sin actualizaciones. Completa y absolutamente como eres. Te quiero con esa voz, con esa sonrisa, con esa mirada. Te quiero con ese aroma, te quiero con ese ritmo.
Te quiero. ¿No te ha quedado claro?
Te quiero durante lo que nos toque coincidir, y te quiero después.
Te quiero ahora, te quiero aquí.
Te quiero luego, te quiero donde estés.
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