viernes, 21 de junio de 2013

Ayer, Hoy y Mañana.

No, no. No quiero saber de dónde vienes, tampoco cuánto tiempo te vas a quedar.
Si esta noche estás aquí, vamos a aprovechar.
El tiempo no nos va a esperar, ese no espera a nadie; es un poco impaciente.
¿Tu nombre? No, no me interesa tampoco. Para mí, tu nombre es HOY; si te quedas otro día, tal vez te lo cambie a MAÑANA.
No sonrías así, Hoy, por favor. ¿Qué tal si Mañana llega mientras tú estás aquí y me distraigo?
Entiende que no puedo permitir eso; ya aprendí que lo nuevo es bueno y que, a veces, los Hoy se convierten en Ayer y mañana regresan a reprocharte.
Sí, yo lo sé, es complicado esto que te estoy diciendo. No fue fácil entenderlo la primera vez, te comprendo. Es solo que no quiero que todos esos Ayer regresen para perjudicarte, Hoy. No soy tan indiferente, debo tener consideración, pues tal vez y solo tal vez, te conviertas en Mañana en lugar de otro Ayer.
¿Ves? Solo somos horas. No, no me preguntes cuántos Ayer pueden tener unas horas, no estoy lista para esa pregunta todavía.
Disfruta la noche, Hoy; tal vez mañana no estés aquí.

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