Fuiste deliciosamente perfecta. Incluso en esos lugares que no te gustaban.
Yo te vi, y claro, no puedo decir que fue amor a primera vista. Eso ya me había pasado antes, ya lo conocía, ya sabía cómo se sentía; no, esto no era eso, pero ¿qué era? ¿Qué fue la conexión que sentí al mirarte? Al sentir tu presencia en un lugar concurrido, al encontrar tu mirada al fin.
No, no era amor a primera vista; yo ya te había visto, solo que nunca te había sentido.
Y en realidad solo te había presentido, cuando te sentí fue algo muy diferente. Fue eléctrico, fue paralizante, fue peligroso y emocionante...pero sobre todas estas otras cosas, fue algo nuevo.
Me hechizaste y no tuve más remedio que caer, elegí caer. Eras maravillosamente impactante, me gustaba mirarte, me gustaba sentirte. Me gustaba tomarte de la mano en lugares prohibidos, solo por esa sensación de peligro.
Fue fácil, eso. Fue fácil estar contigo, fue fácil dejar todo lo que conocía de lado y dedicarme solo a ti. Me pareció fácil perderme en todo lo que eras: eléctrica, paralizante, peligrosa, emocionante, nueva, impactante.
Era bueno lo que tuvimos, me hacía bien, me salvó de caer en lugares más oscuros y el que me escucharas de vez en cuando era una buena terapia.
Sí, fue fácil. Lo bueno fue fácil, pero cuando se acabó...ahí vino lo difícil.
Parecía que de lo que me habías salvado antes, ahora era inevitable; ahora venía por mí, sin importarle si yo iba a ello o no. Y era más rápido, así que me atrapó.
Ahí estuvo lo difícil. Y lo logré, después de mucho esfuerzo, logré soltarme de eso. Será lógico lo que diré ahora: eso fue de lo más difícil.
Pero lo que fue más difícil que todo lo demás, en realidad, fue aceptar que debía alejarme de ti.
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