Es irónico que después de haber encontrado tanta felicidad estando a tu lado, pasados unos meses no encuentre la manera de mirarte a través de los muros que construí, después de haberlos derrumbado por ti. Quizá sea normal...pues vaya, cuando las cosas se rompen, aunque tratemos de arreglarlas, no quedarán igual.
Y tú me rompiste. De manera descomunal.
Es irónico cuando no puedo mirarte a los ojos, esos mismos ojos en los que me perdía y me volvía a encontrar una y otra vez cuando las cosas eran diferentes. Me parece que ahora me da miedo perderme en ellos, porque me da miedo volverme a encontrar.
Me desgasta un poco la paciencia ya no saber qué piensas ni quién eres en la actualidad, aunque tal vez sea lo mejor para poder estar bien. Es bastante irónico que el mismo sentido del humor que antes me hizo caer a tus pies, ahora me irrite a tal punto en que quisiera ya nunca escucharte.
Es irónico que ya sepa cómo controlarte, considerando que tu espontaneidad y descontrol era lo que más me atrajo de ti en el pasado.
Es irónico que me busques, siempre en el mismo punto, siempre bajo las mismas circunstancias, siempre con la misma excusa y siempre con la misma cantaleta.
Me siento a pensar en todo lo que ha cambiado ya para mí con respecto a tu vida y tu existencia, eres una parte de mí que está ya muy lejos de ser lo que solía ser antes, que se va y vuelve cuando quiere, pero cada vez que regresa, pierde un poco su intensidad. Podrías irte mil veces y regresar, pero quizá en la última vez, ya no te reconoceré...y es probable que tú tampoco me reconocerás.
Y, es irónico, porque al final, yo seguiré aquí sufriendo por ti, mientras tú te irás a sufrir por alguien más.
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