Odio tu cabello, estas cicatrices que dejaste en mí, todas causadas por tus altos y tus bajos. Odio tu voz, odio tu calle, tus rumbos, tu olor que sigue guardado en mí. Odio tus cejas, odio tu nariz; detesto tu sonrisa. Odio tus secuelas, las escenas que de pronto regresan sin que lo pida. Tan tuyas, que hasta en eso se parecen a ti.
Odio tus cartas, las que escribiste y las que jugaste. Odio tu teléfono, las películas que vimos, muchas cosas que compartimos. Odio la tienda de la esquina, odio los cigarros que compré para ti, los que fumamos y los que desperdiciamos.
Odio tu color, odio tu sabor, odio tus apariciones repentinas.
...Y odio tu nombre furtivo que de vez en cuando pronuncio sin notarlo.
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