Esa vez yo no tenía nada que hacer, así que se me hizo buena idea seguirte y tratar de mantener el paso tan apresurado que llevabas.
Después de un momento, dejaste de correr y tuve tiempo de analizar todo lo que pasaba, de beberme tu imagen por los ojos, de llenar mi cabeza con afiches de ti, de aprenderme tus claves.
Yo sentí que ganábamos la carrera, sin embargo, creo que al final no estábamos corriendo en la misma.
Creo que yo perdí. No sé si ella ganó.
Ocasionalmente te encuentro en las carreras que corro, pero nunca sé si estás en la misma, siempre dejas una nube de incertidumbre en esos eventos.
Ya aprendí a correr con los brazos pegados al cuerpo para evitar conmociones.
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