Para olvidarte, para ya no sonreír cuando te veo.
Ocupo llenar los espacios que tu ausencia deja en mi alma, con recuerdos que duelen, que queman, que mancillan.
Necesito programarme para odiarte, para dejar de asomarme en las esquinas, para dejar de voltear si alguien articula tu nombre, para dejar de morirme un poco cada vez que percibo el aroma de tu perfume en alguien más que por casualidad me topo en la calle.
Ocupo sentir la necesidad de preguntar cómo se escribe tu nombre. No quiero ser yo quien siempre corrija a los demás.
¿Por qué no te has ido?
De verdad me urge que te vayas.
Me urge que repentinamente cambies de opinión y me dejes a la deriva una vez más.
Sinceramente, no puedo esperar.
Porque quizá esta sea la última vez.
Es que pasa que siempre que lo haces, detonas la misma conducta en mí.
Me enojo, me aíslo, te aíslo, te odio y decido borrarte de mi vida por un rato.
Un rato que en mi mente debería ser para siempre, sin embargo, nunca me atrevo a decírmelo a mí misma (no vaya a ser que se cumpla).
Y no me malinterpretes, creo que tú más que nadie sabe que lo logro y que cada vez soy mejor en ello, pero siempre hay un momento de debilidad.
La última vez fue más difícil sucumbir, por eso digo que tal vez esta hipotética ocasión sea -hipotéticamente- la última y por fin logre resistir.
Por fin logre echarte, por fin logre alejarte.
Pero quién sabe.
A lo mejor tú lo sabes.
Lo presientes, te quedas.
Ojalá dejaras de quedarte a lo inútil, de estorbarme.
Si te vas a quedar, que sea para siempre, no para lo de siempre.
De verdad me urge que te vayas.
Me urge que repentinamente cambies de opinión y me dejes a la deriva una vez más.
Sinceramente, no puedo esperar.
Porque quizá esta sea la última vez.
Es que pasa que siempre que lo haces, detonas la misma conducta en mí.
Me enojo, me aíslo, te aíslo, te odio y decido borrarte de mi vida por un rato.
Un rato que en mi mente debería ser para siempre, sin embargo, nunca me atrevo a decírmelo a mí misma (no vaya a ser que se cumpla).
Y no me malinterpretes, creo que tú más que nadie sabe que lo logro y que cada vez soy mejor en ello, pero siempre hay un momento de debilidad.
La última vez fue más difícil sucumbir, por eso digo que tal vez esta hipotética ocasión sea -hipotéticamente- la última y por fin logre resistir.
Por fin logre echarte, por fin logre alejarte.
Pero quién sabe.
A lo mejor tú lo sabes.
Lo presientes, te quedas.
Ojalá dejaras de quedarte a lo inútil, de estorbarme.
Si te vas a quedar, que sea para siempre, no para lo de siempre.
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