Le grito, me pinto la cara con la noche eterna que vive en mí. Dentro del hueco de mi pecho que se hace cada vez más profundo con el pasar de los años.
Me parece irónico cómo he pasado tanto tiempo en la luz pero a todos les da tanto miedo mi sombra. Aunque si lo pienso, a mí también me da miedo todavía.
A veces siento que el dolor que llevaba dentro ya se acabó; pero cuando vuelve, hace todo lo posible por hacerse notar. Hay días en que no entiendo dónde se esconde.
Todavía me da miedo cuando se me escapa desde adentro como caballo desbocado, abriéndose paso entre todo lo demás. Nada importa sino correr hacia afuera.
Si soy honesto, sé que siempre va a estar aquí. Pero hay ocasiones en que me gusta imaginar qué habría sido de mí sin él. Hay días en que sueño con la banalidad de una vida sin sentir tanto.
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