martes, 14 de marzo de 2023

A ti, 2000 años en el futuro.

Llevo tus ojos en la cartera.
Aunque te confieso que hay noches en que se me aparecen de frente y me quiebran el cristal del mundo que ahora habito. Tan frágil como yo, o como esta máscara que me cuelgo todas las mañanas después de que el sol me recuerde que ya no me toca despertar con tu calor en mis manos, ni darte un beso antes de trabajar, decirte que te amo con toda el alma antes de dormir, o avisarte que ahí va la luz, ni ir a museos contigo y sentir que lo más valioso ahí es la sonrisa que se te dibuja cuando conectas con lo que te gusta. No me toca, nunca más, poder reconocerla porque la he visto reflejada en la mía cuando te miro.

Me cuesta imaginarme sin ti, sabes cuántos años me negué.
Pero ya no hay más, no hay espacio, tan solo una rendija donde no cabemos ni tú ni yo, solo la tensión que corta casi tanto como las cobijas sin tu aroma, comer sin ti, caminar sin tu mano en la nuca, el aire sin tu risa, las lágrimas de felicidad, la inevitable muerte del universo e idioma que construimos; todas esas cosas que eran nuestras y de pronto son solamente mías, o saber que al final esta vez es real: y ya no volverás a encender mis días con tu sonrisa.

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