Perdóname si digo que te quiero,
si lo escupo sin preámbulos
en cualquier momento.
Pero es que el sentimiento
hierve en todo mi cuerpo
y busca una manera de escapar.
Todavía no sé lidiar con eso.
Perdóname si te veo de reojo
cuando no me estás viendo;
disculpa si me descubres y sonrío.
Hay partes de mí que todavía
no se acostumbran a que no estés;
antes no tenía que esconderme
de tu mirada, antes no asustaba.
Perdóname si busco tus manos
con las mías, incansables,
de noche, en la oscuridad.
Cuando estoy sola y no hago
más que pensarte, cuando las
paredes empiezan a invocar
tu nombre entre risas y llanto.
Perdóname si grito tu nombre
desde la montaña más alta,
mientras arrojo mapas al aire,
por si se te olvidó el camino.
Disculpa si trato de construir
un atajo por ahí para que vuelvas,
pero no es lo mismo si no estás.
Perdóname si te robo un beso.
Si me tomo la libertad de robarte,
aunque sea un segundo, el aliento
por sorpresa; pero velo como un
tipo de retribución, como un pago.
Por las veces que tú y tu mirada
ya me lo han robado a mí.
martes, 15 de septiembre de 2015
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