domingo, 13 de septiembre de 2015

But how

Cuando sienta la necesidad de decirte que no soporto tenerte lejos más tiempo, ¿cómo te vas a enterar? Más importante aún: ¿quién te va a decir que me muero por abrazarte? No voy a ser yo. Y no voy a ser yo porque no puedo. No puedo decirte, no puedo mirarte. Te miro y entras. Te siento tocar las ventanas de mis ojos y abrir la puerta aunque no haya respuesta. Me invades. Y lo haces con gracia, lo haces parecer tan fácil. Así de fácil mi reino es tuyo, así de fácil me dejo ir, así de fácil me pierdo en ti.
Evito tus ojos, pero caigo en tus manos, en tu boca...no hay escapatoria. Tenía tiempo viviendo en este laberinto, ya lo sabía. Me encerré en todos los rincones, me escondí aunque nadie me buscaba, recorrí sin prisas todo el lugar. Tu boca, ese era el candado que me contenía. ¿Cómo pretendes que calle ahora todas las voces que me gritan que te bese? La media luna que se forma cuando sonríes es todo. No te das cuenta, no te das cuenta pero iluminas todo alrededor. Todo está oscuro, pero estás tú, está la Luna.
Y si acaso lograra escapar de tu boca, tus manos pararían en seco cualquier fútil intento de huir. Tu piel en mi piel hace que todo se estremezca. Todo se derrumba, pero curiosamente todo cae en su lugar. Está dicho. Huir de ti y fallar cada vez, es mi condena. Porque ahora estás lejos, porque ya no te tengo. ¿Quién te va a decir que me muero?, ¿cómo te vas a enterar? ¿Cómo, si todas las palabras desaparecen antes de salir? Si la cárcel eres tú, si mi aliento escapa cuando apareces, si me destruyes y vuelves a construir con una sonrisa, si por querer escapar vuelvo a encerrarme.
¿Cómo, si mi boca apenas sobrevive a los incendios que provocas con mirarme?


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