miércoles, 21 de noviembre de 2012

No era nuestro.

No era nuestro el tiempo que desperdiciamos.
No era nuestro el lugar donde nos conocimos.
No eran nuestras las palabras que hablamos. 
No eran nuestras las sonrisas, no eran nuestras...
No era mío el amor que profesabas. 
No era mío aquello que me regalabas. 
No era mía la tranquilidad que emanabas.
No era mía la sonrisa que reflejabas.
No era tuyo el corazón al que te aferrabas.
No era tuyo el dolor que apaciguabas.
No eran mías las heridas, pero las atendía.
No eran mías las palabras, pero las regalaba.
No fueron míos nunca los pensamientos, pero me engañaba.
No fue nunca mío el corazón, sin embargo creí, y sin razón, que cambiaría el rumbo de sus pasos por mi amor, que no se desprendería de mí y de mi pasión. Ilusa, caí en sus redes creyendo que estaba libre, creyendo que podía salir cuando quisiera de ese laberinto que en realidad solo veía como un pasillo...pero veía el final. Cual ciego me aferré a mi bienestar, sin [querer] notar lo que pasaba alrededor, engañándome, creyendo que todo iba a estar bien porque tenía su amor. Su falso amor, su simple admiración, su implacable narcisismo.
Tontamente creí que era yo la mala del cuento, pero rendí mi desconfianza, derrumbé todas mis paredes y fue entonces...cuando caí.
No fue mío el tiempo y se lo regalé...

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