viernes, 14 de abril de 2023

Heridas/Anhelos

Veo cómo muchos a mi alrededor se escabullen del dolor. Yo en cambio elijo saciar mi sed con la sangre que supura esta herida vieja; que me inflijo de nuevo con el arma envenenada, tan deliciosa como prohibida. Y canto victoria cada vez, una victoria tan amarga como su canto, para alguien que añora una sola derrota tan definitiva que le deje morir en el campo de batalla. No más guerras, no más armaduras. La paradoja del esfuerzo: ¿es que de verdad cargo menos, o es lo mismo pero yo soy más fuerte? Que sean las dos, una súplica. Que el blanco y el negro se hagan gris, una vez, para siempre. Que se repita la canción mil veces con melodías diferentes; que ya toquen otra, que se escriban nuevas.
¿Hace cuánto no habré probado de verdad el mal querido? ¿Hace cuántas lunas llenas que no te abrazo? Sigo aquí en este camino, acompañado pero empeñado en alzar la mirada para ver si, en una de esas, logro inventarte entre las nubes. Que también corren, buscándote. En otra parte, lejos de mí. Tú ya eres tú, ya estás ahí. Aún no te encuentro, aún no me encuentras. El arma elegida, la última cicatriz. El último veneno, la equis del mapa, la joya del cáliz.

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