Cierro los ojos y te veo a lo lejos.
La distancia que nos separa es bastante considerable,
pero empiezo a andar el camino con ánimos de encontrarte.
De volver a encontrarte, de hacer que regreses.
Aunque al parecer la que era nuestra casa ya no está.
Quizá solo quiero acompañarte en el camino.
Y ya estoy andando, pero no sé qué hacer.
Recojo piedras en el camino que al final me pongo en frente.
La incertidumbre va enroscándose por todo mi cuerpo,
poco a poco siento que me inmoviliza.
Pero volteo a verte, y tú no paras.
Inconsciente de que no me puedo mover,
ignorando el hecho de que te estoy siguiendo,
de que te quiero alcanzar, de que quiero estar contigo,
sigues el camino que ya elegiste para ti;
aunque ya estuviéramos en otro camino juntas.
Pero el cambio de dirección no es lo que desconcierta.
No avisaste, pregunté si querías que te esperara,
y la respuesta nunca llegó.
Ya habías hecho esto antes, no funciona.
¿Por qué me abandonas? ¿Por qué te estás yendo?
Quiero gritar, quiero correr, quiero alcanzarte.
Me urge decirte que te extraño, que no quiero esto,
que no entiendo, que no sabía que esto iba a pasar.
Pero las palabras no salen, deciden hacer su casa en mí.
Viven en mi cabeza, en mi estómago, en mi corazón.
Siento que hacen un completo desorden pero quiero expulsarlas,
quiero que salgan, que dejen de confundirme, que me dejen pensar.
Mi voz marchita logra decirte que te quedes,
pero estás muy lejos, ¿cómo me ibas a escuchar?
Las demás palabras hacen un motín para no dejar que pase eso,
para que no vuelva a escapar otra de ellas.
Hacen un búnker en mi garganta, y ahí se alojan.
Todo lo que digo sale filtrado porque hay palabras que solo no salen.
Y sigues lejos, así que lo importante ahora es alcanzarte.
Nada sirve, yo siento que corro pero apenas logro arrastrarme.
¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?
La duda es una boa que me somete en el suelo.
Me arrastraba, pero agoté todas mis fuerzas por pelear.
Contra mí, contra ti, contra las palabras, contra la incertidumbre.
Y ahora el problema es que no te veo.
Ya no estás, estás más lejos de lo que creí.
La poca voluntad que quedaba en mí se extingue.
Es devorada por la oscuridad que me envuelve poco a poco.
En el suelo, sin verte, sin fuerzas, sin poder hablar,
me encapsula algo que pretende romperme.
Siento que levanta mi cuerpo del suelo, que se burla de mí en mi cara,
presiona todos los botones, les echa sal a todas las heridas.
En este momento siento que no hay salida;
que esto es lo único que hay, que ya no te puedo alcanzar.
Yo solo quería acompañarte, solo quería que me explicaras.
Si de todas maneras te ibas a ir, ¿para qué hiciste que me quedara?
lunes, 31 de agosto de 2015
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