Yo no existo, y esta carta nunca llegó a tus manos.
No tenía claro ya si hacer esto o no, pero decidí seguir mis
impulsos y ya había masticado mucho el tema, así que opté por hacerlo.
Tengo tantas cosas que decirte, que un cuaderno no me
alcanzó para contenerlas. Tuve que escribirte cartas en el aire, para luego ver
cómo las quemaba el viento. Mi voz se volvió pluma, tu nombre muchas veces se
convirtió en lamento y mi cuerpo no era más que un recipiente vacío.
Le exigí al viento que me explicara el porqué de tu partida,
y me tocó escuchar cómo se burlaba de mi necedad. A veces me consolaba trayendo
tu recuerdo, o al menos eso pensaba él, porque de consuelo no tenía mucho.
Últimamente me ha tocado vivir en incertidumbre, y han
llegado veces en las que no me importa mostrarme débil mientras escribo, no he
aprendido a amar como aquí juegan, ni me importa cuánto vivan mis amores. Yo
amo mientras puedo, por eso estoy aquí contigo, por tu duda, por todo lo que no
sabes ni averiguas; amo tus alas, tus vuelos, tus caderas donde termina mi
noche, mi nostalgia…no me importa que no entiendas que te amo, que dudes y
llores y preguntes y reclames.
A este corazón desvencijado que marcha a contratiempo, que
llega siempre tarde, que arrastra los minutos y no sale de tu calle. A este
corazón tan malhumorado, que ha estado en muchos puertos, que no supo
amarrarse, que no me da la mano y cruza sin mirar a ambos lados. A este corazón
que llama y cuelga, que teme a las visitas, que a veces se apaga horas enteras,
que salta de improviso y la mayoría del tiempo no recuerda lo que sueña. A este
corazón, tan triste y a la espera, se le ocurrió amarte y sin saber a ciencia
cierta si era una buena apuesta, entregó todas sus fichas a la casa y perdió
(¿o tal vez encontró?) el sentido con el que había vivido todo este tiempo.
En ocasiones pienso que ni tu amor era tan grande ni la
paciencia mi condena. Cuando no me mata la espera, me mata el necesitarte.
Tanto dije de ti, tanto de planear juntas, que me apuro a barrer mi casa, para
ya no tener recuerdos tuyos.
Yo de ti fui tu vida más breve, tu amor eterno inconcluso;
fui todo lo que soñé y que pude ser a tu lado, todo lo que fuimos, todo se
vivió en algún sitio. Pero no fui motivo y me duele perder lo que nunca he
tenido. Ahora retomo las frases, vuelvo a llenar hojas blancas de figuras
negras, me hago un nudo permanente en la garganta, vuelvo a mirar lo que tengo,
lo que nunca fue tuyo ni será de nuevo mío. Intento aprender a amarte de a
pocos, media de amor y media de olvido. Por si volvieras, me quedo con algunos
planes, con todo el valor…pero tonta que soy, olvido el dolor, olvido tu
olvido.
Me pregunto cómo sería despertar una mañana sin tenerte y
sin revisar el teléfono con esperanzas de que la pantalla me mostrara
caracteres acomodados de manera estratégica, indicándome que me hablaste antes
de irte a dormir. Me gustaría también pasar los días sin luchar con mis deseos
de llamarte, de decirte algo tan simple y trivial como un “hola”. Me gustaría
ser más fuerte que ellos y no sucumbir tantas veces. Ni siquiera me atreveré a
hablar de las noches.
Hace poco me contaron un cuento, un cuento de independencia
y libertad, en el cual me mataron. En la realidad del cuento, yo nunca me había
enamorado, nunca había sentido la necesidad de correr a tus brazos en cuanto
aparecieras en mi línea de visión. En ese cuento yo morí hace años, pero diré
que morí hace poco porque apenas hace poco lo contaron. Mencionaba también que
nunca me había sentido powerless, ni triste al no sentirme correspondida. “Un
cuento de independencia y libertad”, me dijeron, y mientras me lo relataban, yo
solo podía pensar en ti. En ti y en tus sueños, en ti en mis sueños, esos en
los que la puerta siempre está abierta y la luz se cuela por las ventanas y las
tejas de la casa blanca, revelando pequeñas partículas de ti que flotan en el
espacio por el que te mueves. Todo es simple en mis sueños; los muebles, la
estufa, nuestra cama. En mis sueños, tu risa lava el mundo a diario por la
mañana, cada canción que escucho fue escrita para ti y no hay duda de ello; en
mis sueños, despierto y me miro soñando contigo a mi lado todo el tiempo.
Viví mucho tiempo en la oscuridad, completamente sola. Tanto
que me acostumbré a ella; sin embargo, no le tengo miedo a la luz, ni a la
sombra que ésta genera. No le tengo
miedo a la soledad, pero le temo al hecho de estar sin ti.
Así, todo el tiempo me la paso escribiendo para y por ti.
Llenando espacios blancos de pequeñas manchas negras que poco a poco me va
costando más trabajo ver. Espacios en blanco ya no tan blancos que tal vez tú
nunca llegarás a ver. Sí…practico el vandalismo en hojas de papel bond,
eliminando los blancos con letras que poco a poco se van acomodando hasta
cobrar un sentido (tal vez solo para mí) en común. Pero siempre dejo un espacio
en blanco entre todas estas manchas vandálicas, esperando que algún día, con
suerte, llegues tú a llenarlo. No me dejes con el cuaderno en blanco, no dejes
mis canciones sin destinatario. Ya no más, no me hagas callarme de nuevo.
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