viernes, 11 de enero de 2013


Había pasado segundos, horas, días, MESES tratando de encontrar una explicación, un motivo que me hiciera comprender qué fue lo que me hizo volar tan alto...y, por consiguiente, caer de manera tan abrupta y precipitada.
Tal vez fue tu mirada, me dije. Tus ojos, tu boca, tu manera de hablar, de caminar, de pensar...no sé, algo. Una razón, una explicación a tal grado de [podríamos llamar] obsesión contigo.
No la encontré. A pesar de mi insaciable búsqueda, no encontré ese algo con lo cual podría concluir mi cruzada por la razón...y fue entonces cuando comprendí que no hay algo especial en ti, salvo todo lo que me hiciste sentir...sin razón alguna.

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